Hace 3 años comencè a pintar al òleo como medio de ampliar semànticamente mis relatos. Hasta entonces me dedicaba casi exclusivamente a la literatura y solo esporàdicamente al dibujo y solo como auxiliar de èsta. Casi de inmediato me di cuenta de la autonomìa de la pintura y abandonè el propòsito inicial de pensar la pintura como una dependencia de la literatura.

Mi formaciòn fue autodidacta, a travès de libros y videos. Mis primeras pinturas fueron copias de van Gogh, mi pintor favorito y de algunos otros. Me resistì y sigo resistiendome al estudio academico del arte. Años antes emprendì estudios en filosofia, mi primera gran pasion, y la universidad acabo con ella. Preventivamente decidì evitar que sucediera lo mismo con el arte y no encuentro razon por la que no pueda aprender por mis propios medios lo que alli enseñan.

Pienso la pintura como un dialogo ininterrumpido que se inicia tal vez en los pintores de Altamira y continua hasta hoy. Si bien hay pinturas (cuadros) èstas por si mismas no significan nada en comparaciòn con la Obra de un pintor. El Discurso de un pintor es màs importante que una mera manifestaciòn aislada; y ese discurso entroncado con una tradiciòn y con el pasado adquiere dimensiones insospechadas desde la perspectiva de una obra aislada. Pintar no es solo poner pintura sobre un soporte, es iniciar una conversaciòn con lo que precede a ese acto enunciativo que se inicia tras las primeras pinceladas.

En el òleo encontre un material que me asegura, a travès de su capacidad gestual y de sus colores, una mejor comunicación con ese pasado siempre presente en la vida cotidiana del pintor. La pintura se entiende mejor pintando y un empaste de amarillos o de azul cobalto me pone cara a cara con van Gogh asi como un rosa palido y plano puede trasportarme a Picasso sin necesidad de que estemos juntos.